
7 de Marzo de 2020 / Luz Elena González
Data for Good – Mcoder.ai
LinkedIn: luzelenagez
«La reconstrucción post COVID-19 nos da una oportunidad de reiniciar la forma en que enfrentamos las consecuencias de la transformación tecnológica y digital.»
Como internacionalista, mi principal objetivo en aprender y utilizar la Ciencia de Datos es aprovechar sus beneficios para el bien público. Es importante que cuando pensemos en una solución tecnológica a un problema, sea este desde el sector privado o público, nos detengamos a pensar en el contexto en el que el producto o servicio será empleado. Los contextos en los que vivimos están definidos por una larga lista de determinantes sociales, políticas y económicas, y que en agregación se vuelven prioridad para todas las personas que formamos parte de la sociedad.
Muchas de las cosas que nos ocupan hoy en día, como el cambio climático, la desigualdad económica, la inequidad de género o la existencia de una amplia brecha digital son problemáticas que pueden ser abordadas desde la perspectiva de las disciplinas STEM, pero yo defiendo que esta intervención debe incluirnos siempre a nosotras, las científicas sociales, para el análisis de las determinantes sociales e implicaciones de las soluciones tecnológicas. Si bien hasta este tipo de colaboración entre las ciencias ha sido más una excepción que la regla, la reconstrucción post COVID-19 nos da una oportunidad de reiniciar la forma en que enfrentamos las consecuencias de la transformación tecnológica y digital. Y para ello, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sirve como un marco internacional de referencia con el que individuos, sociedad civil, empresas y gobiernos realizan un diagnóstico de sus contextos y generan nuevas acciones para avanzar el bien público.
Un buen ejemplo para ilustrar esto es el reporte “Unlocking Technology for the Global Goals”, realizado por el Foro Económico Mundial en colaboración con la consultora PwC. El reporte relaciona la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en sus 17 Objetivos (ODS), con la capacidad que tiene la tecnología para ayudar a que estos se vuelvan realidad. En el mapeo que se realizó, se destaca que la tecnología tiene impacto en 10 de 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible; que -las plataformas de Big Data ayudan al progreso de todos los objetivos, mientras que la Inteligencia Artificial es un elemento central de 50% de las aplicaciones tecnológicas para el Desarrollo Internacional. De los 17 ODS que existen, los que mayor impulso encuentran en la tecnología digital son: (3) Salud y Bienestar; (7) Energía Asequible y No Contaminante, (9) Industria, Innovación e Infraestructura y (11) Ciudades y Comunidades Sostenibles.
Aún así, el mismo reporte llama la atención sobre el ecosistema actual de tecnología, y la necesidad de trabajar en acciones específicas para que una sinergia habilitadora entre la Agenda 2030 y el desarrollo de tecnología pueda volverse realidad. En primer lugar, es necesario dar un paso atrás en el despliegue de nuevas tecnologías con poco impacto social, desde la iniciativa privada y las grandes empresas o Big Tech, hacia un modelo de desarrollo tecnológico más lento y consciente de las repercusiones sociales y medioambientales de la producción; luego, los datos y algoritmos deben ser democratizados, empezando por la manera en que son recopilados hasta su almacenamiento y uso; las tecnologías de la 4a Revolución Industrial deben volverse parte del ciclo de Política Pública teniendo a las personas en el centro del proceso; y finalmente, es necesaria la colaboración multisectorial para identificar problemáticas éticas en el despliegue de tecnología.
Creo que la transdisciplinariedad entre las ciencias sociales y la tecnología es importante hoy, pero será crucial en un futuro cercano. Necesitamos tecnólogas que estén preparadas para utilizar las herramientas de Ciencia de Datos con una perspectiva holística, ética y responsable para la reconstrucción económica y social post COVID-19. De la misma manera, como científicas sociales, es importante que sepamos explicar las dinámicas cambiantes del mundo digital, cómo estas influencian las agendas de actores públicos y privados, y viceversa. Una combinación de los poderes de ambas áreas traerá consigo una creación de conocimiento mucho más participativo e inclusivo, y como resultado, nuestras intervenciones para mejorar las vidas de las personas serán mucho más eficaces y sostenibles.
–Luz Elena González Zepeda
